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MANUEL DE JESUS SUBIRANA El Angel de Dios en Honduras
Blog de linarez, Aminta Bautista, Aura Vasquez. Este Blog a sido creado con el fin de promover la devoción al “Santo Misionero” Manuel de Jesus Subirana.

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Mostrando 21 a 30, de 32 entrada/s en total:
30 de Julio, 2011 · INTERMEDIO
En el mencionado Informe de Noviembre de 1859 al Sr. Ministro del Supremo Gobierno, propone un “Reglamento de 12 puntos” para fundamentar la justi-cia con que se debe proceder en los contratos de traba-jo con los indios. Asegura en él que las dichas condi-ciones están fundadas en las imprescriptibles leyes de equidad y justicia de las cuales nadie debe eximirse. Este Reglamento es de lo más grave, valiente y sensato que dictó el Misionero. Alvarado resume el famoso Reglamento con estas palabras: “Libertad de trabajo; equidad en los contratos; si los indígenas niegan una deuda o alegan que ya paga-ron y no se les puede comprobar en otra forma, no se les debe obligar; la aplicación del principio que nadie debe enriquecerse en detrimento de los indios; nulidad de los contratos que tengan por objeto vender, comprar o conmutar personas. La cesión de deudas deben hacerla en presencia de algún protector y con el con-sentimiento de los indígenas obligados”.

Subirana justifica el Reglamento y la solicitud al Sr. Ministro diciendo que, como cristianizador y primario protector de los indígenas, debe mirar por el bien de ellos, y como misionero por el bien de todos, y así “he pensado hacer un reglamento que sirva de guía a mí y a los demás protectores, a los mismos indios y a los que tratan con ellos para que éstos dejen de seguir condenándose por sus injusticias y aquéllos dejen por fin de ser perjudicados”. Notemos el “condenándose”. Eso de apelar al cas-tigo eterno por la injusticia es algo que hoy nosotros dejamos a un lado, pero que al valiente ―¡y tan bon-dadoso!― Padre Subirana no le tiraba para atrás y le movía más que nada en su celo evangelizador. La respuesta del Gobierno fue rápida y eficaz. Nombraba Gobernador Civil y Militar de la Mosquitia a Don José Lamote, al que encargaba proporcionar a los indios los instrumentos de trabajo necesarios, ayu-dar a levantar las ermitas o capillas, construir las es-cuelas, designar los terrenos baldíos para entregarlos en propiedad a los indígenas, y hacer que “se cumpla el Reglamento que el Señor Misionero Don Manuel Subirana expidió para favorecer los intereses de los indios”. Además, para facilitar todo, y como una contribu-ción del mismo Gobierno, debían entregarse gratis el papel sellado con todos los timbres, aparte de que el sueldo del fiscal correría a cuenta del Estado. Juan Franco y Victoriano Sambolá, que, de toda con-fianza suya, eran también los que necesitaban aquellos indios por él civilizados. Es de admirar la respuesta del mismo Presidente Guardiola, que, dirigiéndose a las Cámaras Legislati-vas en su reunión ordinaria de 1858, y contraponiendo la actitud del Misionero a la de otros eclesiásticos que se enfrentaban sistemáticamente a todo lo del Gobier-no por motivos no muy confesables, dice: “Debo en obsequio de la Justicia hacer mención honorífica de los servicios últimamente prestados por el Señor Presbítero Manuel Subirana... Son muy importantes los servicios que aquel buen sa-cerdote presta actualmente al Estado en su empresa eminentemente evangélica y civilizadora... Ha lo-grado reunir a los indios formando poblaciones en donde les inspira amor al trabajo y amor a la socie-dad... Estoy dispuesto a proteger esta empresa de la que más tarde sacará el Estado ventajas de conside-ración”. Esto lo decía el Sr. Presidente después del Informe del Padre en 1858. Pero será aún más determinado ante las Cámaras después de recibido el de 1859: “Don Manuel Subirana continúa prestando de buena voluntad tan importantes servicios a la Re-pública. Resuelto como estoy a favorecer la con-quista y civilización de esos seres desgraciados, y contando con los oficios y deferencias del Prelado Diocesano, mis deseos son que dictéis cuantas me-didas sean a propósito para castigar las depredacio-nes y crueles tratamientos que reciben de algunos malos hondureños, según estoy informado”. A este párrafo magnifico respondió el Presidente de la Asamblea, José María Cisneros.

publicado por linarez a las 20:20 · Sin comentarios  ·  Recomendar
30 de Julio, 2011 · INTERMEDIO
El Padre pedía formalmente al Sr. Ministro que elevase todo al Sr. Presidente para que si tuviere a bien se imprima en la Gazeta del Estado. De hecho, el Re-glamento se expidió con autorización del Jefe Político del Departamento de Yoro. Y, hay que decirlo en honor del Gobierno, el Padre consiguió siempre de las autoridades todo lo que proponía, como Ejidos y Cu-radores de Indios, y hasta Gobernadores cuando fue necesario, señalados por él a dedo, como los caribes “adoptará medidas bienhechoras para atraer a nuestro seno las tribus selváticas, librándolas de las crueles vejaciones que las aleja y debilita la ambi-ción de unos pocos sedientos. Ellos tienen derecho a nuestra estimación. Por consiguiente, siendo co-mo en efecto son habitantes del Estado, merecen que se esparza entre ellos el santo fruto del aposto-lado y cuanta protección se les pueda dar”. No hace falta copiar aquí documentos y más docu-mentos del Gobierno, como respuesta a las proposicio-nes de Subirana, y que trae el libro “El Misionero Es-pañol Padre Manuel Subirana” del Lic. Ernesto Alva-rado García, desde la página 79 a la 124. Desde luego, que el Gobierno de Honduras en aquel entonces mere-ce un monumento... Así, con valentía, con amor, con respeto, sin guerra, el Padre Subirana fue un “liberador” de primer orden, tanto que el historiador Jeremías Cisneros se atrevió a decir hace ya muchos años, a finales del siglo XIX: “Si el catolicismo tuviera en su seno mayoría de re-presentantes como Manuel Subirana, carecería el socialismo de coraje para atacar a una religión que sería entonces de paz, de concordia, de piedad, de mi-sericordia y de infinito consuelo para la humanidad”. Por lo visto, la genuina Teología de la Liberación no es tan nueva...
publicado por linarez a las 20:17 · Sin comentarios  ·  Recomendar
30 de Julio, 2011 · INTERMEDIO
Pedro Garcia 14.00 Normal 0 21 false false false ES-HN X-NONE X-NONE
Todos sabemos la trágica suerte que le esperaba al Presidente Guardiola, asesinado por su propia Guardia de Honor en Comayagua al amanecer del 11 de Enero de 1962. Pero parece que el Cielo intervino milagro-samente a su favor en lo más importante de todo. El apoyo que prestó siempre al Misionero con miras tan elevadas, Dios se lo premió al Presidente con un hecho muy singular en orden a su salvación eterna. El caso se cuenta de doble manera. Según la prime-ra versión, el Padre Subirana dijo a la gente en el San-tuario de Suyapa cuando marchaba el Militar para Yoro: -Recen por el Presidente, porque necesita oracio-nes. Y es que Guardiola, antes de emprender la marcha, había ido a confesarse con el Santo Misionero. Pero hay otra versión que ha sido bien estudiada y parece más segura. El Padre celebró Misa en Yoro y, con una verdadera bilocación, se trasladó después mi-lagrosamente a Suyapa, donde pudo conversar a solas y confesar al General, que poco después moriría para irse al Cielo. ¿Es esto posible? Todos sabemos que ese prodigio de la bilocación ―que consiste en estar a la vez en dos sitios diferentes y distantes― se ha dado con frecuen-cia en la vida de bastantes Santos. En la misma historia del Padre Subirana nos encontramos con este caso sorprendente. Viajando el Misionero hacia Gracias, hace noche en Mochito de Zacapa y llega a visitarle una buena mujer desde seis leguas de camino. Nada más la ve el Misionero, le manda: -Vuelve a tu casa, que tu marido está agonizando y no llegará vivo a mañana. -Pues si yo tampoco puedo llegar hasta mañana, tanto me da regresar como quedarme, porque no lle-garé a tiempo. -Vete pronto, que llegarás. La mujer obedeció, se puso en camino, y, en cues-tión de segundos, se encontró junto al lecho de su ma-rido moribundo. Este traslado no se explica sino por una acción milagrosa, pues era imposible llegar cami-nando en toda la noche.
publicado por linarez a las 20:15 · Sin comentarios  ·  Recomendar
30 de Julio, 2011 · INTERMEDIO
El que fue después Nuncio en Honduras, Monseñor Federico Lunardi, gran investigador, escribirá sobre nuestro Misionero en relación con los indios: “Su verdadero padre fue el misionero Padre Su-birana, que los reunió definitivamente en poblacio-nes casi como están ahora, les obtuvo sus derechos de tierras, les dio maestros y les dejó una memoria imborrable”. Poblador. Miremos, ante todo, este aspecto del apóstol de Honduras. El Padre Subirana acertó en su diagnóstico: “No es fácil conquistar ni catequizar a los salva-jes si primero que todo no se les promete mil veces que se les dejará vivir libremente en los pueblos que ellos tienen formados en las montañas o donde les da la gana”. Muy cierto. Pero ideó la manera de cómo reducirlos a poblados para lograr que entrasen más fácilmente en la civilización.

 1º. En el Informe de Octubre de 1858 pide al Go-bierno que le proporcione solamente las tejas, porque él se las va a arreglar con los mismos indios para le-vantar ermitas, capillas o casas de oración en las inme-diaciones a las fincas o haciendas donde ellos se en-cuentran. Una iglesia va a ser el mejor reclamo.

2º. Proyecta estas capillas sobre todo junto a los caminos llamados reales, “para que él u otros Padres tuvieran donde reunirlos a fin de seguir catequizándo-los, instruyéndolos y civilizándolos, y así, como por grados, irlos acostumbrando a la religión y a la socie-dad”.

¿Le dio resultado el plan?... En Junio de 1864, cuando ya había sembrado de capillas muchos territorios, escribía al Obispo Zepeda: “Los neófitos de va-rios puntos han levantado ya sus casas en rededor de las Ermitas y muchos otros las van a levantar”. Y hemos de tener en cuenta que no se trata de un poblado que otro, sino que sumados todos los nombres citados en los diversos informes del Misionero y del Gobierno o que son traídos por los historiadores, resul-tan unas cuarenta y seis las capillas o ermitas esparcidas por doquier, en torno a las cuales se formaron otros tantos poblados. No se entiende cómo en unos cinco años, desde que comenzó el plan, pudo realizar él solo semejante empresa, tan en consonancia con las gloriosas Reducciones de los jesuitas en el Paraguay.

publicado por linarez a las 20:13 · Sin comentarios  ·  Recomendar
30 de Julio, 2011 · INTERMEDIO
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“Agrimensor”, por darle un título a este apartado, consecuencia y complemento del anterior. Porque el asunto es mucho más amplio. La Gazeta Oficial del 21 de Enero de 1865, al dar cuenta del fallecimiento del Misionero, le atribuye la fundación de 21 poblados “cuyos habitantes han entrado ya al rango de hombres civilizados”. Un elogio imperecedero. A los dos años de llegar el Padre a la Costa Norte, ya había logrado la conversión de casi todos los indígenas, que, bautiza-dos, tenían que consolidar ahora su formación cristiana y, a la vez, humana. Era necesario acabar con la dis-persión en que vivían y reducirlos a poblados en torno a la iglesia y a la escuela.

Los terrenos que el Misionero escogía para acoplar-los eran terrenos baldíos, pero que debían llegar a ser propiedad de sus pupilos allí congregados. El 2 de Febrero de 1864 eleva al Sr. Ministro de Hacienda su petición formal de que se les conceda gratuitamente siete caballerías de tierra a cada uno de los poblados que había fundado. La solicitud fue atendida, y, antes de morir a los nueve meses, el Padre ya había firmado las propiedades, según derecho, de Agua Caliente, Candelaria, Cerro Bonito, El Tablón, Las Vegas, Ojo de Agua, Palmar, Pintada, San Francisco, Venque de Lagunetas, Tela (antes de Yoro y hoy de Atlántida) y Pueblo Quemado, llamado después SUBIRANA en memoria del Misionero. En 1913 se les reconocía a los de Anisillo la conce-sión hecha al Misionero hacía 49 años, y en 1927, sesenta y tres años después, a los indígenas de la Mon-taña de la Flor, colocados allí, según el Gobernador, por “Monseñor Subirana, Apóstol de la Raza Indíge-na”. Y aparte de estos poblados mencionados por el mismo Subirana en su Informe al Ministro, el historia-dor Vallejo enumera en 1887, veintitrés años después de la muerte del Padre, otras 33 aldeas fundadas por el infatigable Misionero y colonizador. ¿Y cómo dividía las tierras el Padre para ser justo con cada uno y con el mismo Gobierno? Mejor que divagaciones propias, vale la pena recurrir al testimo-nio del Ingeniero Díaz Chavez: “Se encuentran en el Departamento de Yoro te-rrenos deslindados por el misionero, en cuyas men-suras operó con gran precisión científica. Para ex-cluir predios indígenas siempre encontré la misma exactitud matemática, el ángulo correcto, la decli-nación magnética bien determinada y referida al meridiano astronómico del lugar, distancias exac-tas, acerbos de piedra relacionados con señales le-janas del horizonte y otros detalles demostrativos de los extensos y sólidos conocimientos del misio-nero en matemáticas, astronomía esférica y topo-grafía”.

publicado por linarez a las 20:11 · Sin comentarios  ·  Recomendar
30 de Julio, 2011 · INTERMEDIO
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En la célebre exposición de Febrero de 1864 al Mi-nistro de Hacienda, el Padre Subirana escribía: “Más de 6.000 indios liberados del paganismo, que antes no reportaban ninguna ventaja para la re-ligión ni la república, ahora, dirigidos por él y por sus celadores, progresaban bien sensiblemente por el camino de la civilización y por su mucha labo-riosidad servían de gran utilidad a Honduras, su-pliendo a las necesidades del Estado, en los años de escasez, por sus cosechas de maíces, tabacos y otros artículos”. ¡Tabacos!... El tabaco. ¡Con qué sencillez lo dice el Padre! Pero el historiador Eduardo Martínez López asegura que “el Misionero enseñó a sus hijos adoptivos no sólo a cultivarlo sino a elaborarlo con especialidad y con una perfección exquisita, como lo comprueba la buena calidad de sus puros, que pueden competir con los de las otras tabacaleras del país”. Por eso, cuando en Septiembre de 1864 el Gobierno prohiba sembrar más tabaco, el Padre Subirana solici-tará la excepción “para los indios selváticos recién cristianos, ya porque el Gobierno ha dado pruebas nada equívocas de querer favorecer a los dichos indí-genas, y esto no sería favorecerlos sino perjudicarlos” .

publicado por linarez a las 20:06 · Sin comentarios  ·  Recomendar
30 de Julio, 2011 · INTERMEDIO
Reunir a ]os indios en poblados tenia como fin principal el tenerlos a mano para darles el mejor bene-ficio de la civilización, como es una instrucción al menos elemental. La escuela era del todo necesaria. Y el Misionero no se dio un punto de reposo hasta esta-blecer, donde podía, tantas escuelas como iglesias. Y logró mucho. Tanto que, años después, el Presidente Paz Barahona ordenará colocar su retrato en el Salón de Honor de la Escuela Normal de Tegucigalpa reconociéndolo como “BENEMERITO DE LA INS-TRUCCION PUBLICA”. La situación de la instrucción pública era lamenta-ble cuando Subirana inició su evangelización. En toda la Costa Norte no había más escuelas primarias que las de Trujillo, Yoro, El Negrito y Sulaco, junto con la de Olanchito, que acababa de abrirse. En 1861, el nuevo Gobernador de la Mosquitia recibe el encargo, en con-formidad con lo establecido por el Misionero, de “co-menzar a establecer tan luego como sea posible, las escuelas en que deben recibir los primeros e indispen-sables rudimentos de la enseñanza católica”. Para Subirana parecía un axioma aquello de otro misionerazo de su tiempo, en el corazón del Africa, el Obispo San Daniel Comboni: “Hagamos cristianos y tendremos hombres”. Muchos, ciertamente, dicen al revés: “Hagamos primero hombres para poder después hacer cristianos”. El Padre Subirana supo conjugar maravillosamente ambas cosas a la vez: civilizar evan-gelizando y evangelizar civilizando. Lo que construía por doquier, y a un tiempo, eran iglesias y escuelas. Y el texto de lectura en las escuelas era, ante todo, el catecismo “Ripalda Ilustrado”, compuesto y adaptado a Honduras por él mismo. Era el texto con que se aprendía a leer en sus escuelas a la vez que formaba las conciencias. Y aunque lo de las escuelas incumbía primeramente al Gobierno, el Padre no se desentendió de ellas. Le-vantó las que pudo, tanto que el Gobierno, siempre atento a la obra del Misionero, liberó de “cargas con-cejiles y servicio de armas a los curadores y maestros de escuela que el Sr. Subirana tenga ocupados en la civilización de los expresados indígenas”.

Nadie sabe qué escuelas debieron su existencia a la construcción y organización directa del Padre y cuáles al Gobierno instigado por el Misionero. Entre las suyas propias cita las de Dulce Nombre, Santa María del Carbón, Pueblo Quemado, Guineos y Ojo de Agua. Y escribía pocos meses antes de su muerte, como una meta prefijada de mucho tiempo atrás y mantenida firme hasta el fin: “Pienso ir poniendo en los demás puntos, así como pueda”. ¡Que aprendan a leer!... Era una de las obsesiones del Misionero. En 1937 aún vivía Don José Urbina, que recordaba la amonestación simpática y cariñosa del Padre: -Aprende a leer, bobaliconcito, aprende a leer. Con la colonización y la enseñanza, llevadas a la par que la evangelización, Subirana consiguió lo que la Gazeta Oficial del 21 de Enero de 1865, ya antes cita-da, declaraba a raíz de su muerte, al atribuirle la fun-dación de 21 poblados “entre las hordas selváticas de nuestras costas del Norte, cuyos hombres han entrado ya al rango de hombres civilizados”.

publicado por linarez a las 20:04 · Sin comentarios  ·  Recomendar
30 de Julio, 2011 · INTERMEDIO
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No puede faltar una referencia a esta nota desta-cadísima de nuestro Misionero. Aquí tiene la palabra, más que nadie, el redentorista Padre Valentín Villar, infatigable y afortunado investigador, que, a fuerza de hurgar en los recuerdos del Padre Subirana, dio con un ejemplar del Catecismo, desaparecido casi por comple-to.

¿Qué había ocurrido?... El Padre no podía llegar a todas partes y, por lo visto, quiso suplir su ausencia con el catecismo de Ripalda, modificado y adaptado por él mismo a las necesidades y mentalidad de sus encomendados. Parece que la edición de El Salvador, que nos ha llegado a nosotros, fue la segunda. Se re-partió por toda Honduras. Pero, muerto el Padre y sin cuidarse nadie de sacar ediciones sucesivas, hoy no se encuentra un ejemplar ni con la linterna de Diógenes... El que tiene el Padre Villar ―¡y está completo por milagro!― lo halló en una casa de Santa María de la Paz el año 1953. Las fotocopias que tenemos se las debemos a su generosidad. Si lo poseen otros campe-sinos, es imposible conseguirlo, ni prestado, aunque se les ofrezca dinero: -¡No! Es recuerdo del Santo Misionero y tengo promesa de no venderlo. El Padre Juan José Pineda, claretiano, ha dado hoy casi milagrosamente con un ejemplar entero en el Ar-zobispado de Tegucigalpa. Es suposición del Padre Villar que han desapareci-do todos los ejemplares, y los hallados están totalmen-te mutilados, precisamente porque el catecismo se convirtió en texto de lectura en las escuelas. Los niños perdían su ejemplar o arrancaban las hojas que les señalaban, conforme a la norma que el mismo Padre Subirana establece en la presentación: “Los padres de familia y los maestros de escuela podrán señalar a los niños la parte que más les convenga aprender”. Si le preguntaba el Padre Villar a algún viejecito si sabía leer, la respuesta era conmovedora: -Sé leer sólo por el Catecismo. Para nuestro gusto de hoy, quizá ese Catecismo re-quiera algún retoquecito. Está el Ripalda bastante am-pliado, con glosas que tienen el fin evidente de formar en la vida cristiana. Y ojalá se hiciera una realidad el suspiro del Padre Villar:

“Quiera Dios que el Catecismo del Padre Subi-rana vuelva a ocupar un puesto de honor en los hogares hondureños, y ojalá llegue a la Escuela Na-cional de donde salió desterrado hace años, con cuyo destierro nadie ha salido beneficiado, ni la edu-cación cívica, ni las virtudes ciudadanas, ni la fami-lia cristiana”.

publicado por linarez a las 19:59 · Sin comentarios  ·  Recomendar
30 de Julio, 2011 · INTERMEDIO
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No voy a decir que el Padre Subirana fuese poeta, porque no lo era. Pero sus versos se hicieron muy po-pulares entre las gentes sencillas. Además, tocaba muy bien el violín, que siempre llevaba consigo, y el violín no era en sus manos un instrumento de diversión, sino un medio poderoso para captar y entretener a las gen-tes durante los actos de la misión o en sus catequesis continuas. Fueron célebres las coplas de su “Vamos fieles ala-bando”, con las cuales enseñaba al pueblo a la vez que le hacía cantar. Traemos alguna que otra coplilla nada más, escogida al azar y como ejemplo: Vamos fieles alabando a nuestro Dios y Señor, con grande fe y esperanza, y el más encendido amor. La segunda, que es el Hijo, se hizo hombre por nuestro amor en el vientre de María, que siempre virgen quedó. Los buenos irán al Cielo a gozar siempre de Dios, y los malos al infierno a arder sin fin, ¡ay, qué horror! Digamos todos contritos: Hemos pecado, buen Dios. Tened piedad de nosotros, mudadnos el corazón.

O como la catequesis sobre la Confesión. que co-menzaba con esta estrofa: Hijo, si has pecado, no hay otro remedio: o confesarte o ir al infierno. Esto, lo que el Padre componía para el pueblo. Pero el pueblo también compuso sus “Alabados” para el Padre, como las simpáticas coplas: El año cincuenta y seis el mundo se iba a perder, y el Cielo nos mandó un santo que nos vino a socorrer. Juticalpa triste llora lágrimas del corazón en aquella infeliz hora en que se fue la misión. No mucho antes de morir, el Padre dejó como en testamento dieciséis estrofas en versos eptasílabos, ingenuos, sin artificio. Es un canto de despedida que nos descubre su alma hermosa. Algunas también: Decidme, Jesús mío, ¿cuándo os podré yo ver a la derecha del Padre, sin miedo de os perder? Servir a Jesucristo es toda mi ambición, y verlo allá en la gloria será mi galardón. El dejar esta vida no me puede penar, pues otra mejor vida sé que se me va a dar. Mi bien no está en el suelo ni acá lo buscaré. ¡Al Cielo, al Cielo, al Cielo! Allí lo encontraré. Amó mucho a Jesucristo y tenía mucho amor a María. El pueblo adivinó cuánto era ese amor a Jesús, y le puso un sobrenombre con el cual ha pasado a la posteridad en Honduras: Padre Manuel DE JESUS Subirana. El “de Jesús” no era nombre de pila, pero el instinto certero del pueblo no se equivocaba...

publicado por linarez a las 19:57 · Sin comentarios  ·  Recomendar
30 de Julio, 2011 · INTERMEDIO
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el objetivo principalísimo al que iban dirigidos todos los esfuerzos del Misionero era la santificación y salvación de las gentes, para constituir un pueblo santo, un sacerdocio real, una nación con-sagrada, conforme al ideal de Dios. ¿Lo consiguió?... Aunque metido ante todo entre los indígenas, igual que entre los morenos caribes, no deja en ninguna parte de trabajar con los blancos y con nuestros clási-cos ladinos, porque debía mirar, dice él mismo, “por el bien de todos”. No descuidó su ministerio de las Misiones en los pueblos tradicionalmente cristianos, con las que consi-guió en Honduras frutos resonantes, sobre todo por el arreglo de innumerables matrimonios, como en aquella ya mencionada de Danlí, donde vimos que se unieron en matrimonio 130 parejas y se acercaron a comulgar 5.543 fieles... Podrían mencionarse bastantes más, pero sería repetir lo mismo en cada una de ellas.

Aunque merece recuerdo especial la de Gracias, por el voto que hicieron sus habitantes ante la imagen de la Virgen de la Merced. Pidieron al “Santo Misione-ro” que les librase de la maldición que hacía un siglo pesaba sobre ellos. Se celebró la Misión en Abril de 1859. A excepción de cuatro rebeldes, se confesaron y comulgaron todos los fieles, después de haberse arre-glado todos los matrimonios ilegítimos. Sólo entonces, el 15 de Abril, se organizó una pro-cesión sin precedentes, de ocho a diez mil personas, con penitencias muy pesadas, en desagravio por el sacrilegio que se había cometido contra la imagen “fundadora” de la Merced, cuando de un golpe le in-crustaron en la frente una pedrada, razón por la cual ―dicen, aunque no sea verdad― los Padres Merceda-rios maldijeron a la población. El Misionero recibió a la inmensa procesión en el templo, y desde el púlpito, con el Crucifijo en la mano, le aceptó el voto en nombre de Dios. Se levantó acta, firmada por el Misionero, por el Párroco y por el Go-bernador, y el documento público, para que se conser-vase siempre, fue colocado a los pies de la imagen veneranda, aparte de ser enviada copia fiel del mismo al Archivo Eclesiástico y al de la Municipalidad. Ya sabemos como procedía con los indígenas. Ante todo, la iglesia o capilla. A su alrededor, sin que nadie se lo mandara, se iban reuniendo los que vivían disper-sos. Venia a continuación la escuela, donde aprendían a leer con el catecismo del Padre, con el que llegaban a saber lo necesario para la salvación a la vez que se les grababan en la memoria las oraciones de cada día. El efecto fue inmediato y consolador, según escribe el mismo Subirana al Obispo, “como zagal del pastor general de Honduras para darle cuenta de la porción de ovejas que se digna permitirle cuidar”. Agradece a Dios que su obra “especialmente en el Departamento de Yoro ya comienza a progresar. Da gusto ver como saben rezar”.

publicado por linarez a las 18:06 · Sin comentarios  ·  Recomendar
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AGRADECIMIENTO
Agradecemos a todas las personas que hicieron posible la recopilacion de esta valiosa informacion y con trabajos ya existentes del jesuita Padre Santiago Garrido, del Lic. Ernesto Alvara-do García y de los valiosos apuntes inéditos del Padre Va-lentín Villar, aparte de las vidas documentadas de San An-tonio María Claret y del Padre Esteban de Adoain. Además de éstos, han escrito sobre Subirana historiadores beneméri-tos como Rafael González y Sol, Pompilio Ortega, Esteban Guardiola, Luis Mariñas Otero,COMO TAMBIEN AGRADECEMOS A:

Profa Carmen Viuda de Rodas

por brindarnos Informacion

documentada y de primera mano,
conservada por quien en vida fuera su esposo;

Don Amilcar Rodas Ramirez.
Gracias por su amabilidad.

A doña Marina Martinez de Cruz
Fiel segidora de Manuel Subirana.
por su entrevista e informacion.

Doña Francisca Cruz

por su testimonio de
Manuel Subirana.

Doña Aide Bustillo Mejia.

por su entrevista e informacion.

Al Sñor: Carlos Enriquez Chavez.
por su testimonio.
Equipo de Investigacion:

Cruz Aminta Bautista.
Aura Aracely Vasquez.
Brenda Linarez Lopez.

Bajo la Supervision de:

Lic. Marcio Rodas.

A todos los que de una u otra forma
Contribuyeron con la recopilación de
información y creación de este documental
del Misionero Manuel de Jesús Subirana.

Gracias.
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