Un manresano
Llamarle a
Subirana “un manresano” es decirle un catalán castizo, de la industrial
provincia de Barcelona en el Noreste de España, e hijo de la Iglesia en la diócesis
de Vic, que por sus obispos, pensadores y santos influyó como ninguna otra en
la vida religiosa español-la del siglo diecinueve.
Manuel pudo estar orgulloso
de su ciudad natal: Manresa. Sobre ella, desde el Este, se proyecta la sombra
de la montaña incomparable de Montser
![](blogs/manuelsubirana/1312075217438723.jpg)
rat, Sinaí del pueblo catalán, nido de águilas
donde puso su altar la Virgen “Moreneta”. Manresa, bordeada por el río
Cardoner, el mayor afluente del vecino Llobregat, en cuyas márgenes sur-gen
pujantes y ricas las colonias de sus fábricas texti-les. Manresa, coronada por
su imponente iglesia de la Seo, semigótica de una sola nave. Manresa, sobre
todo, la de la Santa Cueva, donde Ignacio de Loyola, el peregrino penitente,
escribió sus Ejercicios Espirituales, el librito más denso y trascen-dente
brindado por Dios a la Iglesia en los últimos siglos. Manuel nace el año 1807,
en los mismos días en que venía al mundo San Antonio María Claret en la vecina
ciudad de Sallent. Dios iba a unir de tal modo las vidas de
Subirana y de
Claret, que a nosotros nos va a ser imposible separarlas ni en el tiempo, ni en
espacio, ni en los ideales, ni en las aventuras misione-ras, ni ― ¡Dios lo
quiera!―, tampoco en los altares... El esquema de su vida, ni corta ni larga,
es sencillo:
1807: Nace en Manresa.
1825: Seminarista en Vic.
1834:
Sacerdote. Ministerio en su natal Manresa.
1845: Misionero
itinerante por Cataluña.
1850: Con el Arzobispo Claret,
misionero en
Cuba.
1856: El apóstol de Honduras.
1864: Muere en Yojoa y es
sepultado en Yoro. Recorramos con placer del alma los 57 años de la vida de “El
Santo Misionero”, “E1 Ángel de Dios”, Padre Manuel
Subirana, a fin de que se
nos pegue un poquito o un mucho de su espíritu verdaderamente grande..