El Reglamento de los 12 puntos
En el
mencionado Informe de Noviembre de 1859 al Sr. Ministro del Supremo Gobierno,
propone un “Reglamento de 12 puntos” para fundamentar la justi-cia con que se
debe proceder en los contratos de traba-jo con los indios. Asegura en él que
las dichas condi-ciones están fundadas en las imprescriptibles leyes de equidad
y justicia de las cuales nadie debe eximirse. Este Reglamento es de lo más
grave, valiente y sensato que dictó el Misionero. Alvarado resume el famoso
Reglamento con estas palabras: “Libertad de trabajo; equidad en los contratos;
si los indígenas niegan una deuda o alegan que ya paga-ron y no se les puede
comprobar en otra forma, no se les debe obligar; la aplicación del principio
que nadie debe enriquecerse en detrimento de los indios; nulidad de los
contratos que tengan por objeto vender, comprar o conmutar personas. La cesión
de deudas deben hacerla en presencia de algún protector y con el
con-sentimiento de los indígenas obligados”.
Subirana justifica el Reglamento y la solicitud al Sr.
Ministro diciendo que, como cristianizador y primario protector de los
indígenas, debe mirar por el bien de ellos, y como misionero por el bien de
todos, y así “he pensado hacer un reglamento que sirva de guía a mí y a los
demás protectores, a los mismos indios y a los que tratan con ellos para que
éstos dejen de seguir condenándose por sus injusticias y aquéllos dejen por fin
de ser perjudicados”. Notemos el “condenándose”. Eso de apelar al cas-tigo eterno
por la injusticia es algo que hoy nosotros dejamos a un lado, pero que al
valiente ―¡y tan bon-dadoso!― Padre Subirana no le tiraba para atrás y le movía
más que nada en su celo evangelizador. La respuesta del Gobierno fue rápida y
eficaz. Nombraba Gobernador Civil y Militar de la Mosquitia a Don José Lamote,
al que encargaba proporcionar a los indios los instrumentos de trabajo
necesarios, ayu-dar a levantar las ermitas o capillas, construir las es-cuelas,
designar los terrenos baldíos para entregarlos en propiedad a los indígenas, y
hacer que “se cumpla el Reglamento que el Señor Misionero Don Manuel Subirana
expidió para favorecer los intereses de los indios”. Además, para facilitar
todo, y como una contribu-ción del mismo Gobierno, debían entregarse gratis el
papel sellado con todos los timbres, aparte de que el sueldo del fiscal
correría a cuenta del Estado. Juan Franco y Victoriano Sambolá, que, de toda
con-fianza suya, eran también los que necesitaban aquellos indios por él
civilizados. Es de admirar la respuesta del mismo Presidente Guardiola, que,
dirigiéndose a las Cámaras Legislati-vas en su reunión ordinaria de 1858, y
contraponiendo la actitud del Misionero a la de otros eclesiásticos que se
enfrentaban sistemáticamente a todo lo del Gobier-no por motivos no muy
confesables, dice: “Debo en obsequio de la Justicia hacer mención honorífica de
los servicios últimamente prestados por el Señor Presbítero Manuel Subirana...
Son muy importantes los servicios que aquel buen sa-cerdote presta actualmente
al Estado en su empresa eminentemente evangélica y civilizadora... Ha lo-grado
reunir a los indios formando poblaciones en donde les inspira amor al trabajo y
amor a la socie-dad... Estoy dispuesto a proteger esta empresa de la que más
tarde sacará el Estado ventajas de conside-ración”. Esto lo decía el Sr.
Presidente después del Informe del Padre en 1858. Pero será aún más determinado
ante las Cámaras después de recibido el de 1859: “Don Manuel Subirana
continúa prestando de buena voluntad tan importantes servicios a la Re-pública.
Resuelto como estoy a favorecer la con-quista y civilización de esos seres
desgraciados, y contando con los oficios y deferencias del Prelado Diocesano,
mis deseos son que dictéis cuantas me-didas sean a propósito para castigar las
depredacio-nes y crueles tratamientos que reciben de algunos malos hondureños,
según estoy informado”. A este párrafo magnifico respondió el Presidente de la
Asamblea, José María Cisneros.
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.Al margen |
AGRADECIMIENTO |
Agradecemos a todas las personas que hicieron posible la recopilacion de esta valiosa informacion y con trabajos ya existentes del jesuita Padre Santiago Garrido, del Lic. Ernesto Alvara-do García y de los valiosos apuntes inéditos del Padre Va-lentín Villar, aparte de las vidas documentadas de San An-tonio María Claret y del Padre Esteban de Adoain. Además de éstos, han escrito sobre Subirana historiadores beneméri-tos como Rafael González y Sol, Pompilio Ortega, Esteban Guardiola, Luis Mariñas Otero,COMO TAMBIEN AGRADECEMOS A:
Profa Carmen Viuda de Rodas
por brindarnos Informacion
documentada y de primera mano, conservada por quien en vida fuera su esposo; Don Amilcar Rodas Ramirez. Gracias por su amabilidad.
A doña Marina Martinez de Cruz Fiel segidora de Manuel Subirana. por su entrevista e informacion.
Doña Francisca Cruz
por su testimonio de Manuel Subirana.
Doña Aide Bustillo Mejia.
por su entrevista e informacion.
Al Sñor: Carlos Enriquez Chavez. por su testimonio. Equipo de Investigacion:
Cruz Aminta Bautista. Aura Aracely Vasquez. Brenda Linarez Lopez.
Bajo la Supervision de:
Lic. Marcio Rodas.
A todos los que de una u otra forma Contribuyeron con la recopilación de información y creación de este documental del Misionero Manuel de Jesús Subirana.
Gracias. |
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